AY.
- Kitana Wins
- 11 feb 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 12 feb 2019

Ay mamá.
Nadie me preguntó si yo quería nacer. Menos si quería crecer.
Nadie me preguntó cuándo dejé de esperar que el ratón Pérez se lleve mis dientes. Nadie me preguntó si quería cambiar los dientes.
Ay mamá, nadie entiende nunca porque sigo creyendo en unicornios, y hadas y sirenas. Nadie me pregunta por qué no quiero hablar de la tele, por qué no me gusta la gente de traje, por qué los números me parecen aburridos, por qué no uso cadenas ni relojes.
No creo en el tiempo ni en las ataduras mamá, ¿vos sabías?
Ay mamá, a nadie le interesa saber que fue de la vida del farolero del Principito, ni del señor rojo que contaba estrellas solo por el placer de saber cuántas “tenía”. Nadie quiere que le cuente historias sobre vampiros o sobre zares, o sobre jorobados y gitanas.
Ay mamá, nadie sabe que Alejandra entiende tan bien algunas cosas. Yo, como ella, no tengo miedo de morir, tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva. No tengo miedo de sus dioses, sino de sus hombres y de sus mujeres.
Nadie me preguntó si yo quería sentir tantas cosas. Nadie me dio un manual para saber cómo usarme sin romperme. Nadie. Me largaron al mundo así, de improvisto y desnuda.
Ay mamá, nadie me avisó que darse entera era un arma de doble filo. Nadie me dijo que podía despellejarme abrigando a otros. Que puedo elegir lo aprendí solita. Pero qué hacer cuando se nubla todo, nadie sabe.
Ay mamá, nadie en el mundo nos explicó jamás como ser lo que queremos ser. Y cómo no ser lo que no queremos ser. Ay, nos explican toda la anatomía humana pero nadie nos cuenta los túneles de la memoria, ni las rendijas del alma.
Un mundo tan lleno de gente que no sabe qué hacer para no sentirse tan sola.
Ay mamá, ¿cómo hago para transformar todo? ¿cómo que no se puede? Me decís que entienda, que ya soy grande. Que baje a la tierra.
Yo no soy grande mamá, y vos tampoco.
Es el mundo el que crece, y nosotros corremos como desquiciados tratando de tener y entender cosas lo más rápido posible.
Y una cosa más: al mundo tampoco le preguntaron si quería que yo naciera.
Comments